El desarrollo de amistades brinda a los niños nuevas
oportunidades de indagar y modificar su propia identidad. Las amistades
respaldan a los niños cuando emprenden toda una serie de transiciones y cambios
en su identidad, rol y condición. Los ayudan a nutrir sentimientos positivos en
las situaciones en que se sienten vulnerables. El descubrimiento de las
culturas de grupo refuerza en los niños la adquisición de una noción de
“identidad infantil” que se puede entender como relacionada con (u opuesta a)
la de “identidad adulta”. Las culturas de grupos paritarios ofrecen a los niños
la ocasión de desarrollar perspectivas positivas y negativas respecto a sí
mismos y respecto a los demás, ya sea que se les parezcan o que sean distintos
de ellos. Mediante el juego con sus compañeros, los niños pueden explorar “los
grandes problemas de la vida”. En un mundo complejo es importante que los niños
adquieran la resiliencia que les permitirá resistir cuando atraviesen
circunstancias difíciles que los pondrán a prueba.
La importancia de los amigos
La experiencia de tener amigos y de ser
amigos desempeña un papel decisivo en la adquisición de la identidad social y
el sentido de la propia personalidad por parte de los niños. (James, 1993, pág.
201) El ámbito en que los niños entablan amistades, el número, carácter y grado
de intimidad de esas amistades y la medida en la cual los niños son capaces de
decidir quiénes son sus amigos pueden variar mucho. En las sociedades
occidentales, las amistades de los niños adquieren mayor importancia cuando
efectúan transiciones graduales desde el mundo más o menos cerrado de sus
familiares más próximos hacia la familia en sentido lato y la comunidad, luego
por lo general hacia ambientes en los que se les suministra cuidado colectivo y
más tarde hacia la escuela. Aunque las interacciones con los miembros de la
familia siguen siendo significativas, las que se producen con los amigos y con
un grupo más amplio de coetáneos ofrecen nuevas posibilidades para la
autodefinición y la identificación. Los niños que han practicado interacciones
libremente en la comunidad, entrando en contacto con sus hermanos y otros niños
de distintas edades, del sexo opuesto o de distinta proveniencia étnica pueden
acostumbrarse a seleccionar a sus compañeros de juegos entre los niños de la
misma edad, sexo y cultura cuando se encuentran en centros de preescolar u
otros entornos similares. Las relaciones de grupo no siempre son positivas
desde el punto de vista del impacto que ocasionan en el sentido del propio yo
de los niños, pero las amistades fructuosas pueden reforzar la autoestima y
echar los cimientos para futuros encuentros con otras personas. La amistad es
máximamente propicia cuando es concebida y construida de común acuerdo y
recíprocamente correspondida (Dunn, 2004). Incluso los niños muy pequeños
intentan establecer relaciones interpersonales y vínculos de afiliación entre
ellos y con los demás miembros de su grupo de iguales (Laursen y Hartup, 2002).
Los niños pequeños valoran las mismas dimensiones de intimidad, apoyo,
confianza y reciprocidad que los niños más grandes o los adultos (Dunn, 2004;
James, 1993). Las amistades son difíciles de construir y mantener. Los juegos
de simulación compartidos constituyen un recurso importante para el desarrollo
de las cualidades emotivas y morales de la amistad (Dunn, 2004) y permiten que
los niños experimenten un amplio abanico de roles e identidades sociales. A
medida que los niños participan en juegos de roles, adquieren el sentido de su
propio yo como futuros adultos y futuros ciudadanos, además de enriquecer la
percepción de su identidad como niños. Para los niños bilingües otro recurso es
el pasaje de un idioma a otro como estrategia para negociar las reglas del
juego (Cromdal, 2001). Susan Danby, profesora de estudios sobre la primera
infancia, Facultad de Educación, Universidad de Tecnología de Queensland,
Australia • La primera experiencia de los niños en contextos distintos del
hogar les brinda la oportunidad de desarrollar nuevos aspectos de su identidad,
en particular mediante la creación de lazos de amistad. • Las amistades son tan
importantes para los niños (incluso los más pequeños) como para los adultos.
Los amigos se ayudan recíprocamente a comprender el mundo en que viven. • Las
amistades pueden conducir a nuevas categorizaciones que la persona hace de sí
misma, como por ejemplo cuando adquiere una sensación más fuerte de su
personalidad como niño de un sexo, una edad y un origen étnico particulares
Las amistades tempranas añaden nuevas
dimensiones a la sensación de los niños respecto a quiénes son y al ambiente al
que pertenecen
Tener amigos es un medio importante para desarrollar
la identidad
El
valor de la amistad
Entablar y mantener amistades a lo largo
de la vida es esencial para el bienestar del individuo y para que posea un
respaldo emotivo y social en el curso de su existencia. Entre los momentos
cruciales figuran las transiciones dentro de los distintos contextos escolares,
los serios disturbios en la vida familiar y las crisis existenciales personales.
Para los niños las amistades son importantes porque los amigos se ayudan
recíprocamente a comprender el mundo en que viven. Sabemos que la calidad de
las amistades de los niños afecta el desarrollo de la percepción de su propia
identidad personal y social, pero hacen falta ulteriores investigaciones para
comprender de qué manera los modelos y relaciones de amistad están vinculados
con el desarrollo moral, social y emocional de los niños (Dunn, 2004). Los
niños que cuentan con amigos (aunque se trate de uno solo) tienen mejores
destrezas sociales y menos dificultades de adaptación. Los amigos brindan apoyo
social y pueden ofrecer su protección contra los inconvenientes que acarrean el
empezar a ir a la escuela, el nacimiento de un hermano, los conflictos
familiares y los cambios en la situación del hogar (como por ejemplo cuando se
acoge a miembros de la familia extendida), los problemas de conducta, la
persecución y las intimidaciones (Dunn, 2004; Dunn y otros, 2001). Parece que a
los niños que comienzan a ir a la escuela les gusta más la vida escolar y se
adaptan mejor si han entablado amistades precedentemente (Ladd, 1990). Todavía
no ha quedado claro si las amistades tempranas del niño pueden repercutir
positivamente en la capacidad de adaptación del adulto, en su rendimiento
académico y en su realización personal (Bagwell y otros, 1998). Hay que llevar
a cabo más estudios longitudinales que analicen el valor de las amistades
tempranas como expedientes protectivos contra el aislamiento social y el retraimiento
en etapas sucesivas de la vida. Puede ser que las experiencias colectivas de la
amistad sean tan importantes como cualquier otra relación (Dunn, 2004). Lo
característico es conocer las amistades de los niños gracias a descripciones
basadas en entrevistas y son muy pocas las investigaciones que se han efectuado
para indagar cómo afrontan los niños sus amistades cotidianas y sus
interacciones sociales. También se necesitan más estudios longitudinales que
observen el rol de las amistades y su impacto en el curso de la vida cuando los
niños pasan de la niñez a la edad adulta. Susan Danby, profesora de estudios
sobre la primera infancia, Facultad de Educación, Universidad de Tecnología de
Queensland, Australia • Las amistades son otro componente importante del
desarrollo de las identidades de los niños, cuando pasan del cuidado familiar a
instituciones para el cuidado colectivo. • Las amistades contribuyen a mantener
el bienestar incluso en los períodos de adversidades o transiciones. • Tener
amigos y ser apreciado por otros niños brinda un apoyo constante a la
percepción del propio yo, especialmente en los momentos de mayor
vulnerabilidad.
Las culturas de grupo permiten a los niños
saborear la independencia del mundo de los adultos
Las
amistades dentro de las culturas de grupo
A menudo las amistades se entablan y
mantienen mediante interacciones sociales dentro de grupos de iguales,
especialmente en las sociedades donde las actividades de los niños están en
gran parte separadas de las de los adultos y de los niños más grandes. Los
coetáneos se convierten en compañeros de todos los días en las aulas de
preescolar y mucho más aún en los sistemas educativos donde los alumnos son
asignados a un curso escolar según su edad. Por cultura de grupo generalmente
se entiende un conjunto de niños pequeños que “hacen algo juntos”. En este
proceso crean “un conjunto estable de actividades o prácticas, utensilios,
valores e inquietudes que los niños producen y comparten en interacción con sus
iguales”(Corsaro y Molinari, 1990, pág. 214). Los grupos paritarios a menudo se
caracterizan por presentar rasgos distintivos propios de la cultura familiar,
los rituales familiares y las prácticas de juego repetidas de manera rutinaria,
que proporcionan los medios para las interacciones de los niños. Dentro del
grupo de juego estas interacciones suelen estar reglamentadas mediante
negociaciones de entrada y acceso, frecuentemente vinculadas a la edad, el
sexo, el uso de las reglas del juego y la propiedad de los materiales
utilizados para jugar (Cromdal, 2001; Danby y Baker, 1998, 2000; Goodwin, 1990;
James, 1993). La cultura de grupo también representa un modo importante de
explorar y desafiar las reglas y la autoridad de la cultura de los adultos
(Corsaro y Eder, 1990), de manera que la percepción que los niños tienen de sí
mismos en cuanto niños se convierte en una categoría distintiva. Contrariamente
a lo que se suele creer, los niños no copian ni aceptan pasivamente el mundo de
los adultos. La producción de una cultura de grupo no constituye ni una simple
interpretación ni una apropiación directa del mundo de los adultos. Los niños
se apropian creativamente de las informaciones que reciben del mundo de los
adultos para producir sus propias culturas de grupo, que son únicas. ... Por ende,
las culturas de grupo de los niños son autónomas. (Corsaro y Eder, 1990, pág.
200). En las culturas de grupo los niños pueden construir y exhibir una vasta
gama de identidades sociales, relacionadas con su sexo, pertenencia étnica,
etc. (Connolly, 1998; Kyratzis, 2004). Aunque a menudo se indica que los
varones tienden a hacer resaltar la jerarquía y la confrontación mientras que
las niñas son más propensas a destacar la intimidad y la exclusión social
(Ladd, 1999), puede ser que esta manera de considerar la cuestión no tenga en
cuenta la complejidad y diversidad de las identidades sociales que los niños
desarrollan en los distintos contextos sociales. El género se configura en
interacción compleja con otras divisiones sociales y grupos de desigualdad, como
la edad, la clase social, la raza o la pertenencia étnica y la religión.
(Thorne, 1993, pág. 109). Susan Danby, profesora de estudios sobre la primera
infancia, Facultad de Educación, Universidad de Tecnología de Queensland,
Australia • Mediante los juegos sociales y la conversación con sus compañeros,
los niños pequeños aprenden nuevos valores y comportamientos. • La entrada en
una cultura de grupo da a los niños una sensación nítida de poseer una
identidad colectiva diferente de la de los adultos.
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