sábado, 16 de mayo de 2015

La importancia de la AMISTAD en la infancia

El desarrollo de amistades brinda a los niños nuevas oportunidades de indagar y modificar su propia identidad. Las amistades respaldan a los niños cuando emprenden toda una serie de transiciones y cambios en su identidad, rol y condición. Los ayudan a nutrir sentimientos positivos en las situaciones en que se sienten vulnerables. El descubrimiento de las culturas de grupo refuerza en los niños la adquisición de una noción de “identidad infantil” que se puede entender como relacionada con (u opuesta a) la de “identidad adulta”. Las culturas de grupos paritarios ofrecen a los niños la ocasión de desarrollar perspectivas positivas y negativas respecto a sí mismos y respecto a los demás, ya sea que se les parezcan o que sean distintos de ellos. Mediante el juego con sus compañeros, los niños pueden explorar “los grandes problemas de la vida”. En un mundo complejo es importante que los niños adquieran la resiliencia que les permitirá resistir cuando atraviesen circunstancias difíciles que los pondrán a prueba.


La importancia de los amigos

La experiencia de tener amigos y de ser amigos desempeña un papel decisivo en la adquisición de la identidad social y el sentido de la propia personalidad por parte de los niños. (James, 1993, pág. 201) El ámbito en que los niños entablan amistades, el número, carácter y grado de intimidad de esas amistades y la medida en la cual los niños son capaces de decidir quiénes son sus amigos pueden variar mucho. En las sociedades occidentales, las amistades de los niños adquieren mayor importancia cuando efectúan transiciones graduales desde el mundo más o menos cerrado de sus familiares más próximos hacia la familia en sentido lato y la comunidad, luego por lo general hacia ambientes en los que se les suministra cuidado colectivo y más tarde hacia la escuela. Aunque las interacciones con los miembros de la familia siguen siendo significativas, las que se producen con los amigos y con un grupo más amplio de coetáneos ofrecen nuevas posibilidades para la autodefinición y la identificación. Los niños que han practicado interacciones libremente en la comunidad, entrando en contacto con sus hermanos y otros niños de distintas edades, del sexo opuesto o de distinta proveniencia étnica pueden acostumbrarse a seleccionar a sus compañeros de juegos entre los niños de la misma edad, sexo y cultura cuando se encuentran en centros de preescolar u otros entornos similares. Las relaciones de grupo no siempre son positivas desde el punto de vista del impacto que ocasionan en el sentido del propio yo de los niños, pero las amistades fructuosas pueden reforzar la autoestima y echar los cimientos para futuros encuentros con otras personas. La amistad es máximamente propicia cuando es concebida y construida de común acuerdo y recíprocamente correspondida (Dunn, 2004). Incluso los niños muy pequeños intentan establecer relaciones interpersonales y vínculos de afiliación entre ellos y con los demás miembros de su grupo de iguales (Laursen y Hartup, 2002). Los niños pequeños valoran las mismas dimensiones de intimidad, apoyo, confianza y reciprocidad que los niños más grandes o los adultos (Dunn, 2004; James, 1993). Las amistades son difíciles de construir y mantener. Los juegos de simulación compartidos constituyen un recurso importante para el desarrollo de las cualidades emotivas y morales de la amistad (Dunn, 2004) y permiten que los niños experimenten un amplio abanico de roles e identidades sociales. A medida que los niños participan en juegos de roles, adquieren el sentido de su propio yo como futuros adultos y futuros ciudadanos, además de enriquecer la percepción de su identidad como niños. Para los niños bilingües otro recurso es el pasaje de un idioma a otro como estrategia para negociar las reglas del juego (Cromdal, 2001). Susan Danby, profesora de estudios sobre la primera infancia, Facultad de Educación, Universidad de Tecnología de Queensland, Australia • La primera experiencia de los niños en contextos distintos del hogar les brinda la oportunidad de desarrollar nuevos aspectos de su identidad, en particular mediante la creación de lazos de amistad. • Las amistades son tan importantes para los niños (incluso los más pequeños) como para los adultos. Los amigos se ayudan recíprocamente a comprender el mundo en que viven. • Las amistades pueden conducir a nuevas categorizaciones que la persona hace de sí misma, como por ejemplo cuando adquiere una sensación más fuerte de su personalidad como niño de un sexo, una edad y un origen étnico particulares
Las amistades tempranas añaden nuevas dimensiones a la sensación de los niños respecto a quiénes son y al ambiente al que pertenecen

Tener amigos es un medio importante para desarrollar la identidad

El valor de la amistad
Entablar y mantener amistades a lo largo de la vida es esencial para el bienestar del individuo y para que posea un respaldo emotivo y social en el curso de su existencia. Entre los momentos cruciales figuran las transiciones dentro de los distintos contextos escolares, los serios disturbios en la vida familiar y las crisis existenciales personales. Para los niños las amistades son importantes porque los amigos se ayudan recíprocamente a comprender el mundo en que viven. Sabemos que la calidad de las amistades de los niños afecta el desarrollo de la percepción de su propia identidad personal y social, pero hacen falta ulteriores investigaciones para comprender de qué manera los modelos y relaciones de amistad están vinculados con el desarrollo moral, social y emocional de los niños (Dunn, 2004). Los niños que cuentan con amigos (aunque se trate de uno solo) tienen mejores destrezas sociales y menos dificultades de adaptación. Los amigos brindan apoyo social y pueden ofrecer su protección contra los inconvenientes que acarrean el empezar a ir a la escuela, el nacimiento de un hermano, los conflictos familiares y los cambios en la situación del hogar (como por ejemplo cuando se acoge a miembros de la familia extendida), los problemas de conducta, la persecución y las intimidaciones (Dunn, 2004; Dunn y otros, 2001). Parece que a los niños que comienzan a ir a la escuela les gusta más la vida escolar y se adaptan mejor si han entablado amistades precedentemente (Ladd, 1990). Todavía no ha quedado claro si las amistades tempranas del niño pueden repercutir positivamente en la capacidad de adaptación del adulto, en su rendimiento académico y en su realización personal (Bagwell y otros, 1998). Hay que llevar a cabo más estudios longitudinales que analicen el valor de las amistades tempranas como expedientes protectivos contra el aislamiento social y el retraimiento en etapas sucesivas de la vida. Puede ser que las experiencias colectivas de la amistad sean tan importantes como cualquier otra relación (Dunn, 2004). Lo característico es conocer las amistades de los niños gracias a descripciones basadas en entrevistas y son muy pocas las investigaciones que se han efectuado para indagar cómo afrontan los niños sus amistades cotidianas y sus interacciones sociales. También se necesitan más estudios longitudinales que observen el rol de las amistades y su impacto en el curso de la vida cuando los niños pasan de la niñez a la edad adulta. Susan Danby, profesora de estudios sobre la primera infancia, Facultad de Educación, Universidad de Tecnología de Queensland, Australia • Las amistades son otro componente importante del desarrollo de las identidades de los niños, cuando pasan del cuidado familiar a instituciones para el cuidado colectivo. • Las amistades contribuyen a mantener el bienestar incluso en los períodos de adversidades o transiciones. • Tener amigos y ser apreciado por otros niños brinda un apoyo constante a la percepción del propio yo, especialmente en los momentos de mayor vulnerabilidad.
Las culturas de grupo permiten a los niños saborear la independencia del mundo de los adultos

Las amistades dentro de las culturas de grupo

A menudo las amistades se entablan y mantienen mediante interacciones sociales dentro de grupos de iguales, especialmente en las sociedades donde las actividades de los niños están en gran parte separadas de las de los adultos y de los niños más grandes. Los coetáneos se convierten en compañeros de todos los días en las aulas de preescolar y mucho más aún en los sistemas educativos donde los alumnos son asignados a un curso escolar según su edad. Por cultura de grupo generalmente se entiende un conjunto de niños pequeños que “hacen algo juntos”. En este proceso crean “un conjunto estable de actividades o prácticas, utensilios, valores e inquietudes que los niños producen y comparten en interacción con sus iguales”(Corsaro y Molinari, 1990, pág. 214). Los grupos paritarios a menudo se caracterizan por presentar rasgos distintivos propios de la cultura familiar, los rituales familiares y las prácticas de juego repetidas de manera rutinaria, que proporcionan los medios para las interacciones de los niños. Dentro del grupo de juego estas interacciones suelen estar reglamentadas mediante negociaciones de entrada y acceso, frecuentemente vinculadas a la edad, el sexo, el uso de las reglas del juego y la propiedad de los materiales utilizados para jugar (Cromdal, 2001; Danby y Baker, 1998, 2000; Goodwin, 1990; James, 1993). La cultura de grupo también representa un modo importante de explorar y desafiar las reglas y la autoridad de la cultura de los adultos (Corsaro y Eder, 1990), de manera que la percepción que los niños tienen de sí mismos en cuanto niños se convierte en una categoría distintiva. Contrariamente a lo que se suele creer, los niños no copian ni aceptan pasivamente el mundo de los adultos. La producción de una cultura de grupo no constituye ni una simple interpretación ni una apropiación directa del mundo de los adultos. Los niños se apropian creativamente de las informaciones que reciben del mundo de los adultos para producir sus propias culturas de grupo, que son únicas. ... Por ende, las culturas de grupo de los niños son autónomas. (Corsaro y Eder, 1990, pág. 200). En las culturas de grupo los niños pueden construir y exhibir una vasta gama de identidades sociales, relacionadas con su sexo, pertenencia étnica, etc. (Connolly, 1998; Kyratzis, 2004). Aunque a menudo se indica que los varones tienden a hacer resaltar la jerarquía y la confrontación mientras que las niñas son más propensas a destacar la intimidad y la exclusión social (Ladd, 1999), puede ser que esta manera de considerar la cuestión no tenga en cuenta la complejidad y diversidad de las identidades sociales que los niños desarrollan en los distintos contextos sociales. El género se configura en interacción compleja con otras divisiones sociales y grupos de desigualdad, como la edad, la clase social, la raza o la pertenencia étnica y la religión. (Thorne, 1993, pág. 109). Susan Danby, profesora de estudios sobre la primera infancia, Facultad de Educación, Universidad de Tecnología de Queensland, Australia • Mediante los juegos sociales y la conversación con sus compañeros, los niños pequeños aprenden nuevos valores y comportamientos. • La entrada en una cultura de grupo da a los niños una sensación nítida de poseer una identidad colectiva diferente de la de los adultos.